Judiones cargados de historia, ahora en casa

Cada fin de semana una procesión de madrileños marcha feliz por la A-6 en dirección al Real Sitio de San Ildefonso (Segovia), nombre oficial de La Granja. Al llegar, la mayoría pasea por los jardines del Palacio, se acerca al Mirador del Mar y se hace el selfie en el Puente de los Suspiros. Al mediodía, si son gente de buen comer, repondrán fuerzas en el comedor de Casa Zaca. “Seguimos haciendo la comida que hacía mi madre en los 60: los judiones, la caldereta, patatas a la importancia, cebollas rellenas… Hemos evolucionado, pero apostamos por los guisos caseros y el producto de la zona”, explica con orgullo Pablo Peinador, al frente de este veterano restaurante que sigue al pie del cañón como hace décadas.
UN ALTO OBLIGADO
Uno de los platos de esta apetitosa lista supone para muchos de los turistas una
motivación suficiente para realizar esta escapada donde cocina y arquitectura se citan en todas las guías. Mientras unos anticipan el paseo por los escenarios del Real Sitio, otros llevan días pensando con los cinco sentidos en los judiones que preparan con tanto mimo en Casa Zaca: “Todos los ingredientes son de aquí, de la zona de Segovia: el tomate, la carne de cerdo y, por supuesto, lo más importante de este plato, que son los judiones”, cuenta Peinador. “El secreto –continúa– está en que se trata de un judión grande, mantecoso y de piel muy fina”.
Este plato, que es el final perfecto de la excursión, empezó a hacer el viaje en sentido inverso. De ir los madrileños a comerlos al Real Sitio de San Ildefonso, pasaron en Casa Zaca a envasarlos para que pudieran llegar “al 80 o el 90 por ciento de nuestra clientela, que es de Madrid”, revela el restaurador sobre la joya de la corona.

