Quino nos ha dejado el mejor legado posible: un personaje universal y siempre de actualidad. Porque los valores que representa Mafalda siempre están vigentes.

Mafalda es una niña argentina… de 56 años. Fue en septiembre de 1964 cuando se publicó, en el semanario Primera Plana, la primera tira de este personaje. A España llegó seis años después de la mano de la editorial Tusquets.

Más de medio siglo después, Mafalda sigue con su peculiar manera de ver la vida. Una mezcla de ingenuidad, rebeldía y perspicacia que siempre sorprende a quien lee sus comentarios. Esos que Quino solía enmarcar en bocadillos.

Dejó de hacerlo en 1973, año de publicación de la última viñeta de Mafalda. Aun así nunca dejaron de estar vigentes. Sus irónicas reflexiones sobre la política, la economía y otros temas siempre están de actualidad.

De Mafalda sabemos muchas cosas. Aunque hay otras que nunca llegaremos a conocer. Por ejemplo, su edad. Su ‘papá’ Quino (o Joaquín Salvador Lavado Tejón, que es así como se llamaba el recientemente desaparecido dibujante argentino), nunca quiso confesarla.

Tampoco dijo nada de su apellido. Ni siquiera del nombre de su padre, de quien apenas sabemos que trabaja durante horas y horas en una oficina. En cambio de su madre sí sabemos que se llama Raquel y que es ama de casa.

El hermano pequeño de Mafalda se llama Guille, quien rara vez se desprende de su chupete. Y sus mejores amigos son el creativo Felipe, el materialista Manolito, la parlanchina Susanita, el inocente Miguelito y la idealista Libertad.

En cuanto a su propio nombre, Quino confesó que ‘se inspiró’ en la película Dar la cara (1962), dirigida por José A. Martínez Suárez, en la que aparecía un bebé que llevaba ese mismo nombre.

También tiene una tortuga que se llama Burocracia porque, al igual que esta, suele tomárselo todo con mucha calma.

Es bien sabido que Mafalda detesta la sopa. Pero, ¿por qué? Quino reveló la razón en una entrevista: «La sopa es una metáfora sobre el militarismo y la opresión política». Porque si hay algo que Mafalda odia realmente es la injusticia y la guerra. Por eso sueña con estudiar idiomas y llegar a trabajar algún día en la ONU y así contribuir a lograr la paz mundial.Aunque como a cualquier otra niña de su edad a Mafalda también le gusta pasárselo bien. Por eso disfruta con la música de Los Beatles o los dibujos de El pájaro loco.

Otra de sus aficiones es la de divagar frente a su globo terráqueo, al que plantea muchas de las preguntas que no entiende sobre el planeta que representa.Un mundo al que Mafalda, en ocasiones, considera enfermo y al que brinda todo tipo de cuidados y mimos. Por eso Quino salió a desmentir hace unos años que su personaje llegara a mencionar esa frase que popularmente se le atribuye y que dice algo así como: «¡Paren La Tierra que me quiero bajar!». Según el dibujante, él nunca hubiera puesto esas palabras en boca de Mafalda, porque ella no se quería bajar del mundo; lo que quería era que funcionase mejor.

De ahí que durante todas estas décadas, Mafalda no solo se haya posicionado como una firme defensora de los derechos humanos o de la igualdad de la mujer, sino también como una abanderada del cuidado del medio ambiente, incluso cuando prácticamente nadie aún hablaba del tema. Porque Mafalda siempre ha sido una pequeña y divertida adelantada a su tiempo.